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El bosue que en la Segunda Edad del Sol se llamó primero Laurelindórenan, "tiera del valle del oro cantarín", y luego Lothlórien, "tierra de las flores del sueño", o incluso Lórien, "tierra de ensueño", se extendía al este de las Montañas Nubladas, a orillas del Cauce de Plata, afluente del Gran Río Anduin. Era conocido como el Bosque de Oro y en él crecían los árboles más altos de la Tierra Media, que se llamaban mallorn y eran además los más hermosos de las Tierras Mortales. Tenían la corteza de color gris plateado, flores doradas y hojas verde y oro.

En el interior del bosque se ocultaba el reino élfico de los galadrim, las "gentes de los árboles", que construían sus casas en plataformas llamadas telain o flets, asentadas en el ramaje de los frondosos mallorn.

Los galadrim no erigieron imponentes torres de piedra y vivían escondidos a los ojos de la mayor parte del mundo en su reino del bosque, donde vestían las capas de los elfos grises, que eran como la piel del camaleón. Gracias a su profundo conocimiento del bosque y a la utilización de sogas, no necesitaban puentes ni caminos. Con todo, tenían una gran ciudad en las entrañas del Bosque de Oro que se llamaba Caras Galadhon, "ciudad de los árboles". Allí, en la cima de un verde monte, crecía el mayor mallorn de la Tierra Media, que albergaba la gran estancia residencia de los reyes. Se encontraba el árbol rodeado de una muralla, en la que se abría un portalón, y de otros grandes árboles a la manera de torres. En el mismo centro del bosque había una loma mágica llamada Cerin Amroth en la cual había estado en otro tiempo la casa de un rey élfico. De este lugar emanaba un poder y una luz que se asemejaban a los de las Tierras Imperecederas en las Edades de los Árboles.

Los galadrim eran fundamentalmente elfos silvanos, aunque sus señores eran nobles sindar y noldor. Su rey era Celeborn, emparentado con Thingol Mantogrís, el más destacado señor de los sindar en la Tierra Media. Su reina era hermana de Finrod e hija de Finarfin, rey supremo de los noldor, que permaneció en Eldamar tras la destrucción de los Árboles de los valar. En la Tercera Edad del Sol ella era la noble de más alto rango entre los elfos de las Tierras Mortales y, si bien en quenya se llamaba Altáriel, en la Tierra Media era conocida como Galadriel, "Señora de la Luz".

En tiempos de estos gobernantes, el poder de los galadrim fue muy grande, pues los reyes habían vivido en el primer reino de los sindar en la época de Thingol y Melian la Maia, y habían aprendido mucho respecto de sus propios poderes. La reina había vivido en las Tierras Imperecederas en la época de los Árboles de los valar y había visitado el jardín de Lórien, el más hermoso de todo Arda. Una parte de la magia de tales lugares se trasladó con estos nobles al Bosque de Oro de Lothlórien. Brillaba allí una luz áurea y, si bien no era más que una sombra de la gloria del jardín de los valar, el Bosque de Oro resultaba magnífico y prodigioso para las gentes de la Tierra Media. Se hallaba protegido de los poderes malignos por una fuerza equiparable a la Cintura de Melian, que protegía Doriath, el reino sindarin, pues Galadriel era portadora del segundo de los tres Anillos élficos -Nenya, el Anillo de Diamante o Anillo de Agua- y su poder le permitía contener los estragos del tiempo, conocer los movimientos de Sauron y convertir a su pueblo en invisible a los ojos de éste. Era dueña del Espejo de Galadriel, una jofaina de plata que llenaba con agua fresca y en cuya oscura e inmóvil uperficie, mediante el poder del Anillo, se reflejaba la imagen de sucesos futuros.

El reino de los galadrim había sido fundado en una época de paz del tercer milenio de la Segunda Edad del Sol, anterior al Cambio del Mundo, cuando Sauron era prisionero del rey númenóreano. Disfrutaba de independencia desde la primera caída de Mordor y durante toda la Tercera Edad el Bosque de Oro de Lothlórien estuvo protegido y apoyado por el poder del Anillo élfico de Nenya. Con la destrucción del Anillo Único, su poder se debilitó, la reina se trasladó a las Tierras Imperecederas, la gran luz de Lothlórien se fue apagando también y el tiempo volvió a tomar posesión de él. Los galadrim se convirtieron de nuevo en un pueblo errante y su número fue descendiendo gradualmente a la par que el de sus hermanos silvanos del este.