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Los elfos que emprendieron el Gran Viaje en busca de las Tierras Imperecederas, pertenecían a tres clanes. El tercero era el de los teleri, cuya travesía fue más lenta debido a que eran los más numerosos; sólo los que no pudieron o no quisieron terminar el viaje aventajaban ya en número a los otros dos clanes. La primera separación tuvo lugar cuando los teleri se detuvieron ante el Gran Río Anduin y al mirar al otro lado vieron las Montañas Nubladas. Esta imponente barrera aterrorizó a los elfos y, en lugar de emprender la travesía de la cordillera, Lenwë, uno de los señores de los teleri, condujo a sus seguidores por otros derroteros. Se dirigieron al sur siguiendo el curso del río y vivieron en lugares desconocidos para sus congéneres, que les pusieron por nombre nandor, "los que se volvieron". Se convirtieron en un pueblo errante de los bosques, y su habilidad para para sobrevivir en este terreno y para trabajar los materiales que les proporcionaba, así como su conocimiento de los kelvar y olvar de la Tierra Media, no tenían igual. Cazaban con arco y disponían de armas fabricadas con ciertos metales vulgares, pero no sabían forjar instrumentos de acero con los que enfrentarse a las criaturas malignas que en épocas posteriores llegaron allí procedentes del norte.

Durante más de dos Edades de la Luz de las Estrellas los nandor vivieron en armonía errando por los valles del Anduin. Algunos atravesaron las montañas Blancas y llegaron a Eriador, donde se hicieron más sabios en lo referente a bosques y aguas, pero seguían sin estar preparados para hacer frente a las criaturas malignas que los atacaban y su número comenzó a descender. Muchos murieron a manos de orcos con calzado de acero, de trolls de piedra y de lobos hambrientos.

Otra buena parte de los nandor se ocultaba como podía de la amenaza latente recurriendo a sus conocimientos del bosque. No obstante, Denethor, hijo del rey Lenwë, reunió a numerosos nandor y volvió emprender la marcha hacia el oeste paralizada durante tan largo tiempo, para lo cual buscó toda la ayuda que pudo obtener, pues habían llegado a sus oídos noticias del poder de los sindar, encabezados por el que había sido rey de todos los teleri, Elwë Singollo, llamado ahora Thingol. Denethor atravesó las Montañas Azules y penetró en Beleriand junto con un gran número de nandor que pasaron muevamente a depender de la soberanía de su legítimo rey. Los sindar los recibieron con agrado, les enseñaron algunas de las artes de la guerra y les cedieron Ossiriand, la "tierra de los siete rios", para que fuera su reino. Dejaron entoces de llamarse nandor para ser conocidos como laiquendi o elfos verdes, por su amor a los bosques y por su costumbre de vestirse de ese color a fin de confuendirse con el terreno y no ser descubiertos por el enemigo. Así pues, en la edad anterior a la salida del Sol vivieron felices junto a los ríos y en los bosques de Ossiriand, donde los dulces cantos de los laiquendi rivalizaban con las melodías de los ruiseñores.